miércoles, 30 de abril de 2008

Carta a mi viejo, de Roberto Hermida

Carta a mi viejo, publicada en Planeta Galego, junio de 2001

No sabía dónde mandarle esta carta a mi viejo, me pareció la lista el mejor lugar. Feliz día del Padre, para todos los colisteros y gracias por leerme. (Roberto César Hermida. Cdad, de Bs.As. Argentina Fillo do Casar de Cangues, O Irixo, Ourense; y de Riobó, Rodeiro, Pontevedra)

Ciudad de Buenos Aires, 17 de junio de 2001.

Hola viejo:¿Cómo andás? La verdad es que te extraño mucho. ¿Sabés que día es hoy? Tercer domingo de junio ¿te acordás? ¡Sí! El día del padre. ¡Felicidades viejo!
Son las cinco de la mañana y no me puedo dormir, sabés que como buen Hermida tengo un sueño de marmota, pero me quedé viendo una película que se llama "Encuentro conmigo mismo" con Bruce Willis, me la prestó un amigo, es la historia de un cuarentón que se encuentra con él mismo pero cuando tenía ocho años y termina dándose cuenta que tenía una deuda con el pasado. Aunque no eran padre e hijo hay, en la historia, una relación traumática entre él y el padre y en ese momento de la vida del viejo el hijo (Bruce Willis) no estaba, al menos como su padre lo necesitaba; yo me sentí reflejado y me sirvió para darme cuenta que tengo una deuda con vos viejo.
Lo más importante te lo dije. ¿Te acordás? Cuando entré a terapia, aunque no quería hacerlo, porque hubiese preferido quedarme con la imagen que tenía de vos y no en ese lugar y de ese modo. Pero empezaron con aquello de que tal vez esperabas a alguien y que yo era el único que no había entrado. Sé que me escuchaste... te pedí que no pelearas más, porque no ibas a volver a ser quien habías sido, los daños cerebrales eran irreparables, y te dije lo mucho que te amaba. Hoy quiero repetírtelo papá ¡te quiero!
Sé que los seres humanos andamos por el mundo intentando amoldar a los otros a nuestras necesidades, nos es más fácil pedirle al otro que sea como nosotros queremos, que aceptarlo como es. Cuantas veces confundimos la necesidad con el amor, eso dice Fisher en su "Caballero de la Armadura Oxidada". Es cierto que te necesité, de chico hubiese querido que trabajases menos y estuvieses más, te necesitaba; hubiese querido escuchar la palabra te quiero de tus labios, lo necesitaba; hubiese querido besos y abrazos, los necesitaba; hubiese querido verte llorar, la única vez que lo hiciste fue cuando Arturo Cuadrado habló en la presentación de mi primer libro y relacionó el hecho cultural con los gallegos, sus hijos y la inmigración, solo Daniel te vio y te fuiste al fondo para que nadie lo notase.
Sé lo mucho que nos amaste, hoy no tengo ninguna duda. Aunque mamá y Ale fueron más afortunadas con ellas podías, nosotros, Daniel y yo, teníamos que intuirlo. Hoy sé que te rompías el lomo por nosotros, porque estuviésemos mejor, porque nada nos faltase. Aveces temo que en cierto grado Dany este repitiendo la historia, no porque no los bese y abrace, sino por la calidad de tiempo, es como vos medio un burro de carga, y se preocupa mucho por que nada les falte a los suyos y siento que esto le resta calidad de tiempo con los chicos; tiene cuatro ¿sabés? Dos más que cuando nos dejaste, y ¿sabés una cosa? Los dos últimos son también varones, Gonzalo y Martín ¡Sí, son Hermida! Mirá que nos hicieron sufrir, cuatro nenas antes de darnos el primer varón, Agustín, recuerdo lo feliz que estabas con él, creo que fue el nieto que más feliz te hizo, como te costo aceptarte abuelo.
Una de las cosas que he aprendido es que damos para arriba. Sé que fuiste mejor padre que lo que fueron con vos. Cuando pienso que tenías seis años cuando te dejaron los abuelos en Galicia al cuidado de la tía Rosa y se vinieron a la Argentina, y pienso que tenías quince cuando los volviste a ver, en realidad a la abuela, porque tu papá había muerto pocos meses antes de tu llegada a la Argentina; entiendo lo que decía Ortega: "Uno es uno y su circunstancia" y tu circunstancia no fue fácil, para nada fácil, pero pudiste campearla.
Quiero contarte algo, volví. Y al volver sentí que lo hacía por vos, por el abuelo Isidro, por el tío; setenta años después de la llegada del abuelo conocí Barros, O Carballino y la casa de O Casar. Estoy orgulloso de ser el primer hombre de los Hermida en volver después de tanto tiempo, las mujeres tuvieron mejor suerte.
No sabés lo cerca que me sentí de vos, no sabés lo que lloré, Todavía esta la lareira y el banco de la vieja cocina, donde contabas que pasaban las duras noches de invierno y asaban las patacas y castañas al rescoldo; conocí la higuera y el horreo y ¿sabés que tienen todavía? El carro, el viejo carro con el que acompañabas al tío Coi al mercado. También conocí la casa del tío Coi en Esgueva ¿y no sabés a quien vi? A tu amigo Marolo, o zapateiro, con el que jugabas de chico, le pregunté si era cierto que tenías tan buena puntería con las piedras, y ¿sabés qué? me mostró una cicatriz en la cabeza que vos le hiciste. También conocí a Aurora de Barros, que se casó con Andrés, tiene noventa y pico de años y se acordaba de todos, cuando Pura le dijo que era hijo do Maximino y le pregunté cómo eras de chico, me contestó: "metía medo", Viejo siempre fuiste quilombero.
Hoy me arrepiento de no haberte dicho estas cosas en su momento, en un tete a tete, tal vez si lo hubiese hecho nos hubiésemos abrazado y llorado juntos... Tal vez...
Quiero pedirte disculpas ¡Perdoname viejo! Por no haberlo hecho, por haber sido duro muchas veces con vos porque no habías sido como yo quería. Por haber esperado a ese último momento para decirte que te amaba tanto como te había necesitado.
Te extraño, extraño tu presencia, tu deambular por la casa, la seguridad que me daba saber que estabas ahí cuando te necesitábamos, extraño hasta tus metidas de pata.
La vieja esta bien, ya tiene setenta, "esta viejita" ¿te acordás? Pero sigue con pies de puta, no para en casa, hace artesanías, ahora todo lo pinta y/o lo cartapestea, estuvo haciendo teatro y vamos a aprender Gallego juntos, Aunque todos lo hacemos, ella es la que más te extraña.
Viejito, un beso, saludo a los abuelos, a los tíos, al Pelado, a José, a todos y no hagas quilombo ahí arriba. ¡Chau, cuidate! Te amo.
Siempre tuyo
ROBERTO.

1 comentario:

Liliana Rojo dijo...

Cuando lei esto tan conmovedor hacia tu papá no sabia que decir. Ahora que no estás con nosotros físicamente estarás con él riéndote de sus chistes y salidas graciosas. También con la abuela Preciosa que nos la hiciste recordar el 7 de agosto, 5 días antes de tu partida, para que recordáramos que hubiera cumplido 114 años! Estás siempre en mi recuerdo y corazón.

Lili, tu prima