21-11-2009
A Roberto Hermida
Hermano Roberto te fuiste e silencio a la eternidad, la muerte traicionera te pialó con su guadaña invisible, Tata Dios te mando a llamar, será que hacías falta allá en el cielo, para escribir tus poesías con los ángeles, mas yo le pido a Dios por tu descanso en la gloría.
Hermano Roberto te conocí lidiando con la cultura entre Menhires y Tolares de nuestros Valles Calchaquíes, en Buenos Aires dejaste al Obelisco Mudo de Tristeza, pero tu corazón estaba aquí en este bendito Valle, por eso ahora el Valle llora tu partida junto a los cerros, cardones, conanas y queñuales.
Yo te recuerdo con el poncho al viento y tu boina vasca trajinando estos cerros con una lapicera en la mano, para escribir tus poesías junto a los siete morteros que lloran tu partida. Dios tenga tu alma en la gloria, el lucero y las tres Marías te cantaran las letanías.
A este Roberto siempre por los valles lo veía venir, meta lidiar con la cultura al hombro por estos cerros horas entera te pasabas contemplando este valle, tu cenizas volaron por todo el Valle Calchaquí, para quedarse junto con los torales y menhires de Tafí.
Como te van a llorar las calles porteñas, allí dejaste tu impresión digital de tu niñez añorada, seguramente del cielo estarás mirando, como se conjuga el verbo de una baguala.
Bueno Roberto tu muerte, yo no puedo llorar, mis lagrimas son la poesía, la greda, la arcilla y el tolar. Porque de ahí nacen las bagualas de mi raza ancestral.
Patricio Marcial
A Roberto Hermida
Hermano Roberto te fuiste e silencio a la eternidad, la muerte traicionera te pialó con su guadaña invisible, Tata Dios te mando a llamar, será que hacías falta allá en el cielo, para escribir tus poesías con los ángeles, mas yo le pido a Dios por tu descanso en la gloría.
Hermano Roberto te conocí lidiando con la cultura entre Menhires y Tolares de nuestros Valles Calchaquíes, en Buenos Aires dejaste al Obelisco Mudo de Tristeza, pero tu corazón estaba aquí en este bendito Valle, por eso ahora el Valle llora tu partida junto a los cerros, cardones, conanas y queñuales.
Yo te recuerdo con el poncho al viento y tu boina vasca trajinando estos cerros con una lapicera en la mano, para escribir tus poesías junto a los siete morteros que lloran tu partida. Dios tenga tu alma en la gloria, el lucero y las tres Marías te cantaran las letanías.
A este Roberto siempre por los valles lo veía venir, meta lidiar con la cultura al hombro por estos cerros horas entera te pasabas contemplando este valle, tu cenizas volaron por todo el Valle Calchaquí, para quedarse junto con los torales y menhires de Tafí.
Como te van a llorar las calles porteñas, allí dejaste tu impresión digital de tu niñez añorada, seguramente del cielo estarás mirando, como se conjuga el verbo de una baguala.
Bueno Roberto tu muerte, yo no puedo llorar, mis lagrimas son la poesía, la greda, la arcilla y el tolar. Porque de ahí nacen las bagualas de mi raza ancestral.
Patricio Marcial
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